top of page

La migración ha sido un pilar fundamental en la historia y el desarrollo de Estados Unidos. Desde sus orígenes como nación, el país ha estado marcado por la llegada de personas de todo el mundo, en busca de mejores oportunidades, libertad o refugio. Estos movimientos humanos han dejado una huella profunda en todos los aspectos de la vida estadounidense.

image.png
image.png
image.png

En el siglo XIX, trabajadores irlandeses, alemanes, chinos y otros grupos migrantes fueron esenciales para la construcción de infraestructura como ferrocarriles, canales y fábricas. En el siglo XX y XXI, comunidades provenientes de América Latina, Asia, África y el Caribe han seguido desempeñando un papel vital en sectores como la agricultura, el cuidado, la tecnología, el arte, la medicina y la educación.

Más allá de su aporte económico, los migrantes han enriquecido la vida cultural del país: han traído lenguas, comidas, creencias, expresiones artísticas y formas de organización comunitaria que han transformado profundamente la identidad nacional. La diversidad que hoy caracteriza a Estados Unidos es el reflejo directo de estas múltiples olas migratorias y evidencia una transformación palpable en la configuración social del país.

Sin embargo, este rol muchas veces ha sido invisibilizado. El discurso oficial ha tendido a minimizar o ignorar el impacto positivo de la migración, y en cambio ha promovido estigmas, leyes excluyentes y políticas de control. Esto genera una paradoja persistente: Estados Unidos es una nación construida por migrantes, pero que a menudo criminaliza y rechaza a quienes hoy siguen buscando un lugar en ella.

Reconocer la historia migrante del país es esencial para entender y ser consciente de sus raíces diversas.

image.png
image.png
bottom of page